miércoles, 15 de abril de 2015

UN ADOLESCENTE EN CASA. Guía para solucionar conflictos con adolescentes

UN ADOLESCENTE EN CASA. Guía para solucionar conflictos con adolescentes

La adolescencia es una etapa comprendida entre el inicio de la pubertad y la edad adulta (entre los 10-20 años, aproximadamente). En este periodo, el adolescente sufre una serie de cambios físicos y psicológicos que pueden ser fuente de conflictos familiares. Aspectos que anteriormente no suponían problemas, ahora empiezan a serlo; las salidas del adolescente, el orden de su habitación, la ropa... estos aspectos cotidianos pueden llegar a suponer tal problema que muchas familias deciden buscar ayuda profesional. Entender la etapa evolutiva de la adolescencia es clave para aprender a sobrellevarla


¿QUE ES LA ADOLESCENCIA?

La adolescencia es un periodo vital que se da en el periodo comprendido entre los 10 y los 20 años, dependiendo del nivel de maduración de la persona. Supone una de las etapas más importantes por la que la persona pasará a lo largo de su vida; los cambios que se darán en ella determinarán la personalidad que le acompañará el resto de sus vidas; en la adolescencia, la persona sienta sus bases de independencia y se reconoce mirándose en un espejo social conformado por sus amistades.

La llegada de la adolescencia no solo conlleva cambios físicos y psicológicos, sino también trae conflictos al hogar. Los temas que anteriormente se resolvían de manera inofensiva, ahora traen discusiones. A estos temas, se les unen otros típicos de la edad; las salidas del adolescente y la cantidad de ropa que quiere tener son dos de los más habituales. Si estos problemas no se tratan, pueden debilitar mucho la relación familiar; por ello es necesario encontrar un equilibrio en el que los padres puedan mantener la autoridad con el adolescente sin mermar su constante desarrollo.


¿QUE OCURRE EN LA ADOLESCENCIA?

En la adolescencia, la persona experimenta una serie de cambios físicos y psicológicos. Tanto su cuerpo como su personalidad se reafirmarán, y por fin la persona podrá conocerse tal cual será a lo largo de toda su vida posterior; formará su IDENTIDAD PERSONAL

Entre todos los conflictos internos que vive el adolescente, uno es el que más problemas provoca: la necesidad de independencia. La persona sabe que depende de los padres, pero busca una independencia que le lleva a rechazar cualquier signo de protección que muestre su familia. Su círculo de referencia cambia; sus padres empiezan a ocupar un lugar secundario, mientras que sus amistades ascienden a un primer plano. Este cambio tiene su lógica; el adolescente no ha elegido a sus padres, por lo que puede que no se vea identificado con ellos; pero sí ha elegido a sus amigos, que generalmente comparten sus gustos, su manera de vestir, sus ideales, y encuentra en ellos un reflejo de si mismo, lo que le ayuda a conocerse y reafirmarse. Esta es la razón por la que las salidas del joven aumentan en esta época, lo que a su vez provoca los típicos problemas de la hora de llegada a casa. 


¿QUE PODEMOS HACER PARA MEJORAR LA RELACIÓN CON EL ADOLESCENTE?

La mejora de la relación con el adolescente mejorará a medida que los padres entiendan y comprendan la etapa evolutiva por la que su hijo está pasando. Para ello es necesario deshacerse de miedos tales como:


  • Que le ocurra cualquier cosa en sus salidas nocturnas: La adolescencia se da en una edad en la que no es nada aconsejable seguir sobreprotegiendo a nuestros hijos. A partir de los 15-16 años, la persona es capaz de generar respuestas a situaciones problemáticas que puedan suceder (y, además, hacerlo de manera correcta). A veces, la mejor protección se da a raíz de encontrarse frente a frente con estas situaciones. Además, uno de los objetivos de educar es crear hijos que puedan sobrevivir cuando nosotros seamos prescindibles...
  • Que tome drogas: Este tipo de conductas no se previenen evitando las situaciones en las que se pueden dar; se previenen a través de la educación y formación que la persona ha ido recibiendo a lo largo de toda su vida. Si los padres han sembrado la prevención, no deben preocuparse.
  • Desconocer las amistades con las que se relaciona: Esta suele ser una fuente de preocupación bastante grande, pero tiene fácil solución; los padres deben dejar la puerta abierta para recibir a estas amistades. De esta forma podrán conocerlas y observar la relación que tienen con su hijo. Si las amistades son del barrio, los padres pueden empezar a crear vínculo con sus familias. 

La clave para saber sobrellevar las situaciones problemáticas es la mediación familiar, entendida como la resolución de problemas de forma salomónica, en la que todas las opiniones cuentan. Para ello, es necesario aprender a solucionar conflictos sin demasiada importancia que vivimos en el día a día (como por ejemplo, quien tiene el mando de la tele, que canal vamos a ver...). De esta manera, podremos aprender a mediar con los conflictos más fáciles para ir escalando a los más difíciles. 

Para ello, será de gran ayuda que:

-Los padres pasen tiempo con sus hijos: Esto es imprescindible para que se den conflictos sencillos "de andar por casa" (elección del canal televisivo, posesión del mando...), y poder empezar a resolverlos. No solo por ello; la confianza depende de la relación que dos personas tengan, y la relación depende del tiempo que han compartido. La base para que el adolescente no intente esconder problemas es una buena relación, que como hemos visto, tiene como base el tiempo compartido.

-El padre y la madre estén de acuerdo en la forma de educar, y usen la misma. Si cada uno usa una y además se desprestigia la que ha usado el otro, formará una grieta que el adolescente usará para conseguir sus propósitos (sin contar con los demás).

-Los límites ya existentes no se destruyan, y al mismo tiempo se construyan otros acordes a los nuevos cambios y a las nuevas situaciones que estos provocan. Estos límites servirán para delimitar el campo de acción del adolescente, y aunque seguramente quiera sobrepasarlos, una buena manera de evitar que lo haga puede ser crearlos conjuntamente.

-Se usen en mayor medida los refuerzos que los castigos: Está demostrado que los refuerzos tienen mayor impacto en la conducta que los castigos. Si una conducta se refuerza, la persona entiende que puede volver a realizarla. Si una conducta se castiga, la persona también puede volver a realizarla, pero de manera encubierta (¿y esto favorece a alguien?). Reforzar las buenas conductas e ignorar las malas conductas (siempre y cuando no tengan mayor importancia) puede ser una buena solución que a medio-largo plazo puede empezar a darnos resultados. Si la conducta negativa tiene consecuencias graves, si que debe ser castigada. 

Te invito a saber cómo solucionar conflictos más graves a través de mi artículo "Los conflictos familiares. 3 estrategias para afrontarlos" publicado en Psicopedia, y mi post "6 sencillos pasos para solucionar conflictos familiares. "





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MIREIA NAVARRO
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