A raíz de uno de mis últimos posts sobre la separación/divorcio de padres con hijos y cómo llevarlo a cabo, hoy me gustaría tratar un tema que está muy relacionado con ello.
En dicho post anterior se ofrecían pautas sobre cómo abordar el tema de la separación/divorcio de manera saludable, tanto para los padres como para los hijos. Para ello, es fundamental que los padres mantengan una relación cordial por el simple beneficio de los pequeños, sin entorpecer la relación del niño con la figura materna y/o paterna, favoreciendo que esta sea positiva y adaptativa.
Pero, ¿que pasa cuando alguno de los padres no cumple con ello?
Son cada vez más familias que, una vez separados los cónyuges, uno de ellos aprovecha la situación para evitar e incluso prohibir que el hijo tenga buena relación (o simplemente, relación) con la otra parte. Estos tipos de situaciones, que albergan dentro de si mismos muchas características, reciben el nombre de SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL.
¿Que es el SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL?
El SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL (también llamado SAP) fue propuesto por Richard Garden como una alteración que sucede en algunas familias que, tras la separación y/o divorcio, uno de los cónyuges expresa de manera continuada al hijo ideas negativas sobre su padre/madre, favoreciendo una visión disruptiva y una ruptura de relación parental que no hace más que limitar el desarrollo del pequeño así como mermar sus necesidades básicas de relación y afecto.
Este síndrome ha llegado a describirse como un desorden psicopatológico, por las consecuencias que puede llegar a tener para el niño, y que a continuación comentaré.
¿Que consecuencias puede tener este síndrome para el niño?
Consecuencias que abarca este síndrome para el niño:
-Asimilación de los mensajes negativos que el cónyuge alienador emite contra el alienado, produciendo una relación negativa entre ambos e incluso llegando a romper la relación por completo.
-Reproducción de este síndrome en un futuro, probablemente con sus hijos, ante una situación de ruptura matrimonial.
-Disfunciones y alteraciones en el razonamiento de la situación, que pueden generalizarse a otras situaciones parecidas. Mapas de realidad modificados.
-Visión negativa, odio generalizado, cada vez en más aspectos personales y ambientales.
-Necesidad de afecto no cubierta en su totalidad, lo que puede construir una personalidad fría y distante.
¿Cómo saber que nuestro hijo está siendo víctima de este síndrome respecto a nosotros?
Existen unas señales de alerta que pueden hacernos sospechar sobre ello:
-El cónyuge que favorece la existencia de este síndrome evita que el cónyuge alienado tenga contacto con el niño, planeando actividades con el pequeño cuando puede darse dicha visita; excusando la ausencia del niño cuando se produce la llamada telefónica; se olvida de avisar al cónyuge alienado de acontecimientos importantes (como visitas médicas, reuniones escolares...); castiga (o amenaza con hacerlo) al hijo si establece comunicación por voluntad propia con el cónyuge, toma decisiones importantes referentes a la educación del hijo sin consultar con su padre/madre...
-El cónyuge que favorece la existencia de este síndrome menosprecia, infravalora e incluso discute con el otro cónyuge en presencia del niño, sin que su presencia le haga medir sus palabras y/o sus reacciones.
-El cónyuge que favorece la existencia de este síndrome comenta situaciones negativas del otro cónyuge con personas ajenas al matrimonio y a la familia, resaltando lo negativo de la relación conyugal y/o parental.
-El cónyuge que favorece la existencia de este síndrome no mantiene una comunicación directa con la otra parte, y si la mantiene, la mayoría de las veces termina de manera negativa, llena de reproches y frases como "eres un mal padre", "¿cuando piensas venir a ver a tu hij@"... Muchas veces, usa al hijo como puente de comunicación entre padres, lo cual no hace más que entorpecer la relación pues generalmente, los mensajes llegan incompletos y/o distorsionados.
-Poco a poco, el hijo empieza a tener ideas negativas sobre el cónyuge en cuestión y esto crea un distanciamiento que va siendo más notorio con el paso del tiempo. Sucede cuando el niño va dejando de relacionarse con esta figura parental por voluntad propia. Este signo de alerta cobra fuerza si, antes de la separación, el hijo tenía un apego seguro con dicha figura parental.
¿Que podemos hacer si nuestro hijo sufre el SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL hacia nosotros?
Antes de ponernos manos a la obra, necesitamos tener claro que:
-El hijo necesita relacionarse con los dos cónyuges. Se trata de una necesidad básica de afecto y cariño. En los primeros años de vida, son los padres los que ofrecen al niño la visión de realidad, por tanto si existe algún tipo de menosprecio hacia algún cónyuge, el niño podrá interpretar esta clase de relación como "normal" y podrá reproducirla en un futuro (podrá, por ejemplo, seguir este patrón con sus hijos), además de crecer con la falta de afecto que esto supone.
-El hijo no puede ser nunca una moneda de cambio para castigar al cónyuge. Si esto ocurre, favorecemos a que no haya ningún ganador, pues todos pierden (tanto el hijo como los cónyuges). El beneficio del menor debe de ser la primera premisa ante cualquier situación.
-El SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL viola los DERECHOS DEL MENOR, y puede ser catalogado como una forma de ABUSO o MALTRATO PSICOLÓGICO Y/O EMOCIONAL.
Ahora si. ¿Que podemos hacer?
-Aprovechar las visitas establecidas en el régimen de visitas vigente para no perder el vínculo con el hijo. Seguir visitándolo es fundamental para poder mantener el "anclaje" que permita poder solucionar, con tiempo, paciencia y ayuda, la situación. Para ello, los momentos que el cónyuge pase con el niño deben ser muy agradables, intentando volver a restablecer el apego seguro que probablemente el niño sentía hacia el cónyuge antes de la separación.
-No seguir el juego, no criticar al cónyuge que favorece el síndrome. No cometer los errores que él mismo comete (no usar al niño como puente de información, no hablar mal de la otra persona en su presencia, no entorpecer la relación). Si el niño no debería tener siquiera una vía negativa, mucho menos deberá tener las dos.
-Mantener una conversación seria con el cónyuge alienista, llegar a acuerdos claros que beneficien a toda la familia. Establecer límites propios y aceptar los límites del otro cónyuge.
-Buscar ayuda psicológica familiar. Un psicólogo especializado en familia puede ser de mucha ayuda, pues no solo trabajará con el niño sino con todo su ambiente más próximo.
-Si el problema se resiste (el tratamiento psicológico puede no resultar efectivo si el niño vive con el cónyuge alienador), podemos solicitar un informe psicológico del pequeño en el que se detallen claramente los síntomas del síndrome, y usarlo como prueba para solicitar un cambio de custodia. En casos extremos, este cambio de custodia suele llevarse a cabo. En este sentido, y siendo que este síndrome puede ser catalogado como una forma de maltrato psicológico y emocional hacia un menor, las penas para la persona alienadora pueden ir desde una multa económica a sentencias penales, según sea la gravedad de los síntomas que presente la víctima.
Hasta aquí mi post de hoy, espero que os haya resultado de ayuda. Os animo a comentar cualquier duda que os venga a la cabeza sobre este tema.
Me despido hasta pronto, esperando que disfrutéis del viernes.
¡Saludos!
MIREIA NAVARRO
Licenciada en Psicología CV10836
Servicio de psicología domiciliaria. Intervención en contextos naturales (Valencia, España).
601 293 025
m.psicologa.educativa@gmail.com
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